Hicimos una torre de 27 pisos, 9 sótanos más un cuarto de bombas y 522 parqueos.
El edificio tiene 90 m de altura, y el frente que mira hacia la avenida tiene 10 m de retiro, que usamos para que los autos entren y salgan. No pudimos intervenir el espacio público, algo que nos interesa mucho.
Pragma debe sus mejores proyectos a los concursos de arquitectura. Es en el contexto de un concurso que el estudio encuentra la flexibilidad y la libertad de proponer diseños que están alineados con sus intereses creativos, y con lo que quiere para la ciudad. El concurso para la Torre Javier Prado se convocó casi en paralelo al concurso para Torre Orquídeas, a pesar de que esta fue construida varias años después. El reto para RMR y su equipo fue hacer algo parecido pero diferente. ¿Cómo explicarlo? El arquitecto lo hace de la siguiente manera: los dos proyectos comparten un mismo ADN, que tiene que ver con la experiencia, los intereses y el momento del estudio. Hasta ahí los encuentros. Formalmente son dos edificios muy diferentes. Dos creaciones con personalidades y apariencia propias gestadas al mismo tiempo, en un mismo vientre. La torre tiene una fachada muy distintiva: está formada por planos sobre planos. La superficie negra es lisa y continua: sobre esta, planos que parecen libros abiertos rompen con la continuidad y generan un volumen adicional.